martes, 10 de abril de 2012

cultura Olmeca


CULTURA OLMECA

El pueblo del jaguar
Hace más de 3000 años, entre 1200 y 400 a.C., en Mesoamérica ocurrieron el apogeo y la decadencia de la cultura olmeca, una de las grandes civilizaciones del México antiguo. Los olmecas, “los que habitan la tierra de hule”, fueron capaces de recoger y sintetizar las pautas culturales que por siglos se habían desarrollado en el área. Aun después de la caída de sus grandes centros, sus logros serían parte importante de la cultura mesoamericana

Foto: Jaguar rampante. Tuxtla Chico,  Chiapas. Museo Regional.
Foto: Ignacio Guevara / Coordinación, Nacional de Museos y Exposiciones, INAH



Cultura madre
Entre las contribuciones que han llevado a considerar a la olmeca como la “cultura madre” de Mesoamérica se encuentran: los primeros edificios ceremoniales, construidos de acuerdo con un plan bien determinado; la estructura social, capaz de organizar grandes obras; el primer y bien definido estilo artístico, plasmado lo mismo en pequeños objetos que en colosales esculturas; el dominio de la talla de piedras de gran dureza; un ritual fundamental: el juego de pelota; así como el desarrollo de sistemas calendáricos y de escritura.
Máscara olmeca. Templo Mayor de Tenochtitlan. Museo del Templo Mayorr. Foto: M.A.P. / Raíces



Cronología
El término olmeca se utiliza para designar a una cultura arqueológica que tuvo su apogeo en el Preclásico Medio (1200-400 a.C.). El gran asentamiento olmeca más antiguo fue San Lorenzo, tras cuyo declive su lugar fue ocupado por La Venta, al que siguió Tres Zapotes. Las investigaciones recientes han demostrado que su desarrollo no se circunscribió a la llamada área nuclear y hasta han sugerido la posibilidad de que algunos aspectos característicos de lo olmeca hayan aparecido primero entre grupos de otras regiones, como Chiapas y Oaxaca.
Escultura olmeca. San José Mogote,  Oaxaca. Museo de Sitio. Foto: Gerardo González Rul / Raíces


La zona metropolitana
Las húmedas tierras del sur de Veracruz y el oeste de Tabasco fueron el escenario en donde la cultura olmeca se expresó con mayor intensidad. La mayoría de la escultura monumental conocida –cabezas colosales, altares o tronos, estelas y otros monumentos esculpidos en piedra– fue encontrada en esa región. En un lapso de poco más de 800 años (entre 1200 y 400 a.C.), en este rico ambiente surgieron, se desarrollaron y finalmente decayeron los sitios olmecas más importantes que hoy en día se conocen, como San Lorenzo, Laguna de los Cerros, La Venta y Tres Zapotes. Aunque todavía no se conoce el número preciso de sitios arqueológicos del área, la densidad de población olmeca era bastante alta. La mayoría de las poblaciones se ubicaron en colinas bajas o mesetas, cerca de los ríos, lo que permitió el acceso inmediato a las fértiles tierras inundables.  (http://www.arqueomex.com/S2N3nDOSIER87.htm)


CERROS SAGRADOS OLMECAS
MONTAÑAS EN LA COSMOVISIÓN MESOAMERICANA
David C. Grove
En la cima del volcán de San Martín Pajapan, Veracruz, fue encontrada esta escultura, que pesa más de una tonelada. Tanto la figura como la montaña fueron reverenciadas desde hace miles de años. Monumento 1. San Martín Pajapan. Museo de Atropología de Xalapa, Veracruz.
Foto: Rafael Doniz / Raíces
UNO DE LOS MÁS IMPORTANTES RASGOS DE LA COSMOVISIÓN MESOAMERICANA FUE CONSIDERAR COMO ENTES VIVOS LOS ELEMENTOS DEL PAISAJE: CUEVAS, BARRANCAS, MANANTIALES, ÁRBOLES Y MONTAÑAS, POR ESTAR HABITADOS POR IMPORTANTES ESPÍRITUS. DE TODOS LOS ACCIDENTES GEOGRÁFICOS, LAS MONTAÑAS SON LAS MÁS GRANDES E IMPONENTES: SON EL VÍNCULO FÍSICO ENTRE EL CIELO Y EL MUNDO SUPERIOR CON LA SUPERFICIE DE LA TIERRA Y EL INFRAMUNDO. EN EL SISTEMA DE CREENCIAS DE MESOAMÉRICA, LAS MONTAÑAS SON LUGARES MÍTICOS ORIGINARIOS, DONDE HABITAN LOS ANCESTROS Y RESIDEN LOS ESPÍRITUS ASOCIADOS A LA TIERRA, LA FERTILIDAD O LA LLUVIA.
Toda montaña, y hasta los cerros pequeños, tiene cualidades sagradas. Sin embargo, en cualquier paisaje regional ciertas montañas son consideradas más importantes por los habitantes, ya sea por sus características físicas o por su papel en las mitologías de la comunidad. Hubo peregrinaciones para venerar algunas montañas en particular, y a veces se les distinguió con altares o erigiendo monumentos labrados en piedra o alguna ofrenda especial. La categoría simbólica no se limita a las montañas reales, visibles en el paisaje natural, sino que fue práctica común, en la Mesoamérica prehispánica, integrarlas a los asentamientos por medio de la construcción de pirámides o “montañas artificiales”. En los registros arqueológicos hay ejemplos de representaciones de montañas a escala; uno de ellos son las efigies de volcanes en los patios de casas excavadas en Tetimpa, Puebla, del Preclásico Tardío, excavados por Gabriela Uruñuela y Patricia Plunket.
En Mesoamérica, las creencias respecto de las montañas y sus espíritus podrían remontarse, tal vez, a los periodos Paleoindio y Arcaico. La evidencia arqueológica irrefutable más temprana de veneración a las montañas proviene del Preclásico. En este artículo nos ocuparemos de tres tipos y escalas de montañas sagradas en el mundo olmeca: a) montañas naturales con restos arqueológicos que indican su importancia sagrada para los olmecas, b) “montañas artificiales” dentro de los asentamientos olmecas y c) esculturas labradas en piedra que podrían representar montañas sagradas. Nuestros ejemplos provienen de San Lorenzo, Veracruz; La Venta, Tabasco, y Chalcatzingo, Morelos, sitios del Preclásico, o de sitios cercanos a ellos.

LAS MONTAÑAS EN EL PAISAJE DE SAN LORENZO
En la región de San Lorenzo, Veracruz, el centro olmeca más importante entre 1150 y 850 a.C., se encuentran varios ejemplos del culto a las montañas. El sitio está situado en la cima de una gran meseta que se eleva 50 m sobre las riberas de la cuenca del río Coatzacoalcos. Aunque la mayoría de las montañas visibles desde la meseta de San Lorenzo son lejanas, existe evidencia arqueológica de que los olmecas realizaban peregrinaciones religiosas a dos de ellas.
Los Tuxtlas, 50 km al norte de San Lorenzo, es visible desde el sitio. En 1897, el topógrafo Ismael Loya descubrió una gran estatua en el volcán San Martín Pajapan, una de las cimas más prominentes de los Tuxtlas. Esa estatua, el Monumento 1 de San Martín Pajapan, es considerada hoy en día una de las obras maestras del arte olmeca y su presencia en esa montaña es una evidencia clara de que el volcán fue muy reverenciado por los olmecas, quienes se tomaron el trabajo de transportar la escultura de 1 200 kg hasta la cima.

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Resumen- en la Cultura Olmeca (Mesoamérica 1200- 400 ac) encontramos:

ñ     los primeros edificios ceremoniales, construidos de acuerdo con un plan bien determinado
ñ     la estructura social, capaz de organizar grandes obras
ñ      el primer y bien definido estilo artístico, plasmado lo mismo en pequeños objetos que en colosales esculturas
ñ      el dominio de la talla de piedras de gran dureza
ñ      un ritual fundamental: el juego de pelota
ñ     como el desarrollo de sistemas calendáricos

Es fundamental en todas sus manifestaciones la presencia del felino o  jaguar que se asocia a la nobleza y al poder, y puede considerarse  símbolo de la tierra y del inframundo.
En todas sus producciones el concepto de dualidad se encuentra como uno de los principios de su cosmovisión.

ñ     Arquitectura:
La Venta fue un centro ceremonial que contuvo una serie de ofrendas enterradas, de tumbas así como esculturas monumentales El plano del sitio de La Venta es significativo por el nivel de organización de acuerdo a ejes norte-sur,   La estructura más importante de La Venta es una pirámide construida con barro acumulado. Complejo Acontaba de nueve plataformas  donde se encontraron más de 3 000 objetos y 15 esculturas de piedra

ñ     Escultura Monumental

Cabezas colosales
A la fecha se han encontrado 17 de tales esculturas: diez en el sitio de San Lorenzo, cuatro en 
La Venta, dos en Tres Zapotes y una en La Cobata. Todas son retratos de personajes de la elite. Han sido interpretados como jugadores de pelota, sacerdotes y gobernantes. Se distinguen entre ellos, además, por el tocado en forma de casco, orejeras y el estrabismo bilateral.   El inmenso peso de cada pieza y el esfuerzo energético requerido para obtenerlas y llevarlas a la ciudad es otra evidencia, junto con la arquitectura pública, de la estratificación social olmeca y del poder que adquirieron sus gobernantes.

"Altares" o "Tronos"
Los altares son bloques en forma de prisma rectangular con el eje mayor en sentido horizontal, en la parte superior, una cubierta que los rebasa por el frente y por los lados; la parte del frente muestra un nicho del que surge una figura que en ocasiones sostiene un niño en entre sus brazos. Los tramos laterales pueden llevar otras imágenes humanas y fantásticas.  En el centro de la composición se puede encontrar en algunos casos,  la presentación de un pequeño hombre jaguar, en otras e los adultos llevan en brazos al pequeño hombre jaguar. Coe ha interpretado estas figuras como la principal deidad olmeca, identificada con los dioses de la lluvia; aunque también se les ha considerado como la expresión de un viejo mito que delega la creación de la Humanidad en la cópula del jaguar con una mujer, y origina un tipo ideal de hombre caracterizado por sus rasgos de jaguar.

ñ     Pequeñas esculturas
Materiales:
de talla en madera: han quedado pocos ejemplares
de talla en jade o jadeita: era un material sagrado y simbólico asociado a la regeneración natural, y por ello se encuentra en los ajuares funerarios, tanto en un formato reducido (figuras humanas con rasgos de felino) como en máscaras o collares (cuentas de diferentes formas y tamaños).
de talla en andesita, basalto o serpentina
de modelado en cerámica

Iconografia:

Seres antropomorfos:  En algunas de las representaciones humanas se observan la deformación craneana y los dientes limados –rasgos culturales privativos de la elite.

Seres zoo antropomorfos "baby jaguar" : combinan la presencia del humano y del
felino.
Hachas votivas

Mascaras funerarias.

Según Beatriz de la Fuente toda la producción escultórica es fundamentalmente homocéntrica.
Es decir, el hombre es el protagonista en su relación divina con el jaguar, animal mítico por excellencia.

Es un "arte" con fines religiosos y políticos.

Debemos entenderlo a partir de las funciones propias en ese contexto específico.

Las imágenes son herramientas de poder para los rituales chamánicos, por cuyo intermedio el poder político era santificado por el poder sobrenatural

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