jueves, 26 de abril de 2012

Museo de Arte Hispanoamericano Isaac Fernández Blanco

http://www.museofernandezblanco.buenosaires.gob.ar/


 
Guión del museo
El Cuarto Mundo, Arte y Sociedad en la América Virreinal

En su 80º aniversario, el Museo de Arte Hispanoamericano Isaac Fernández Blanco presentó al público un nuevo guión museológico, donde las importantes piezas de su colección se articulan como ilustraciones de una narración (una de las tantas posibles), en lugar de ser presentadas como manifestaciones artísticas aisladas. Así interpretadas, como productos emergentes de un proceso único e irrepetible, darán cuenta del quehacer cotidiano en todos los órdenes de la sociedad americana durante los siglos de conquista, colonización y evangelización del continente.

La base de esta narración, "el Cuarto Mundo", destaca la paradoja histórica del encuentro y adaptación cultural entre dos realidades: Europa, segura de su fe, concebida en el pináculo de los tres mundos conocidos (Europa, Asia y Africa), y América, el "nuevo" espacio, llamativamente complejo y modificador. Los europeos llegaron con los "judíos marranos" y los africanos esclavizados, y juntos se mixturaron con la población autóctona para generar uno de los productos más originales de la historia del arte: el barroco americano.

La primera parte del guión da cuenta de cómo se constituyó la primera identidad del territorio que hoy comprendemos como Argentina. Para ello recurrimos a tres ejes geográfico-culturales que determinaron nuestra idiosincrasia: "el Mundo Surandino", producto de la superposición del Estado español sobre el vasto territorio de dominación inca; "la Cultura de la Selva", o la experiencia misional jesuítica sobre las poblaciones autóctonas de moxos, chiquitos y guaraníes, y "la Puerta del Atlántico", considerando a Buenos Aires como la vía de acceso al territorio del Plata de elementos permitidos desde España, hasta los no permitidos desde Portugal, Brasil y, con ellos, el resto del mundo.

La evangelización es, sin duda, la estrategia que cruza los tres espacios mencionados y determina la producción artística americana, reglando, sustituyendo, concediendo y reescribiendo una nueva historia de la conquista y de los pueblos conquistados, el asentamiento europeo y las luchas por la supervivencia de las culturas prehispánicas. La pauta eclesial regía la vida de todos, ricos y pobres, conquistadores y conquistados, libres y esclavos, legos e ignorantes, laicos y tonsurados.

En la segunda parte, el guión señala cómo pudieron escucharse las primeras voces disonantes, en un mundo regido por españoles, desde las filas de la Iglesia americana. Los criollos buscaron un espacio de poder que les permitiera entrelazar sus ambiciones presentes con el pasado local y construir un nuevo destino, libres de la preeminencia peninsular. La multiplicación de apariciones marianas, al compás de cientos de crónicas que las relataron, preparó el camino de santos, beatos y venerables nacidos en los reinos indianos como una demostración flagrante de la paridad del nuevo y el viejo mundo, como una señal divina del advenimiento de los criollos al poder. Paulatinamente, ricos comerciantes, altos dignatarios eclesiásticos, burócratas y profesionales indianos fueron el motor de cambio de una economía en crecimiento y el sostén de un gusto con características propias.

A manera de epílogo, el último tramo de la narración se refiere a dos puntas del mismo relato. En primer lugar, se dedica una sala al hallazgo, explotación y producción de la plata, la nobleza y componente alquímico del metal, la riqueza codiciada del Potosí y la frustración rioplatense por alcanzarla. También da cuenta de las generaciones de artesanos plateros porteños, desde los judeo-portugueses hasta los inmigrantes italianos, sus técnicas y estilos y el producto de su arte como elementos de prestigio de una sociedad que evolucionó de tenderos a hacendados. Al final del recorrido, se puede ver cómo sobrevivió duramente la manera de vivir a la "hispana" a lo largo de la primera mitad del siglo XIX; más allá de las luchas de independencia, permaneció aletargada por tiempos de anarquía y finalmente decayó cuando los liberales se impusieron al tradicionalismo federal, empeñados en modernizar rápidamente a la Argentina.

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